*Por Alicia Molina
Todos somos diferentes y esos es perfecto, pero evidenciar a todos nos siempre es fácil, por que todos no siempre significa: todos. Pues para integrar a todos hay que considerar a cada persona con una participación real y activa. Y lo que en realidad sucede es que hay una fragmentación constante para diferenciar al otro. Con la intención de integrar, le ponemos a las personas nuestros propios canones, nuestras propias reglas y etiquetas para diferenciarlo de lo “normal” y hacerlo diferente, para darle una identidad diferente a la de ella o él para aceptarla. Negamos la diferencia.
En una sociedad libre se debería cultivar las diferencias, porque significa una riqueza increíble. Juntos somos complementarios, pero el primer paso para excluir a alguien es no verlo, no nombrarlo, volverlo invisible, sin preguntarnos ¿qué siente el que no es mirado?
Otra manera de marginar es hacer inaccesible el espacio, al no colocar señales, transporte adecuado, espacio suficiente, y con esos obstáculos se vuelve un desafío salir a la calle. Lo mismo ocurre cuando no logramos hacer sentir el espacio como suyo, al construir construcciones exageradamente lujosas en poblados pobres.
Esos obstáculos son la forma arrogante a nivel colectivo que nos lleva a remitirnos como la norma vs lo diferente. Cuando lo normal es una construcción controvertida a partir de la estadística para comparar, para sincronizar, pues para cada quien, es para sí mismo el 100%.
Cuando hablamos de normal es porque pintamos nuestra raya, y fuera de ahí, se excluye. Y en un principio lo “normal” lo fijaba la estadística, pero ahora son los medios de difusión masiva quienes establecen los canones aspiracionales a los que nos debemos someter para ser aceptados. Quizás te interese leer:
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Los “otros”, los “diferentes” no forman parte, por que cuando se les considera en los medios masivos de comunicación no son parte ni personajes sino funciones en el relato: el indígena, el homosexual, el gordo. Los excluidos no están presenten en la estadística, para que ellos mismos acepten que ellos no pueden y sigan excluidos. La heterogeneidad del grupo es una riqueza para construir el lugar donde vivimos.
Leer no te hace mejor persona, sólo te da opciones e inteligencia narrativa. Tenemos analfabetas funcionales. Los que se han excluido no forman parte de los libros, lo que no se ve ni se nombra no se entiende. Como si características limitaran al individuo, el negro sólo es negro, el homosexual sólo es homosexual y así podríamos seguir citando.
Por ello, se deben hacer accesible la lectura, modificar los tiempos para buscar la narración en primera persona, el problema de estereotipos es que son incompletos, cada uno tiene el derecho de contar su historia, para integrar las historias que hacemos juntos.
* Extracto de la conferencia dictada en el Congreso IBBY
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