Los 4 errores más comunes de los padres sobreprotectores

Todo padre o madre quiere proteger a sus hijos del dolor, el peligro, la infelicidad, el rechazo, y las malas experiencias, pero el mundo es imperfecto y si evitamos el contacto de los y las niñas con el mundo real, sólo obstaculizaremos su sano desarrollo y estamos dándole el mensaje de: “No eres capaz”,” no puedes hacerlo”, “no puedes confiar del todo en ti mismo.”

En un articulo anterior, hablamos de cómo hacer responsable a nuestros hijos e hijas, por ello, ahora es muy importante, que nosotros, sus padres, entendamos que para hacerlos responsables, no debemos ser sobreprotectores. Pues al sobreprotegerlos le damos poder a los miedos. Los y las niñas sobreprotegidas tienden a:

  • Ser inseguros.
  • Presentan dificultad para adaptarse a nuevas situaciones.
  • No son serviciales ni tienen iniciativa.
  • Se acostumbrado a que le hagan las cosas
  • No son independientes, y por ello, sólo realizan las actividades si alguien le ayuda
  • No le gustas esforzarse y esto lo pone de mal humor.
  • Son flojos, exigentes y demandantes: solicitan las cosas con mala actitud, ya sea gritando, llorando, etc.

Una vez, que entendemos el por que, te compartimos los errores más comunes de los padres sobreprotectores:

1. Limitar la toma de riesgo.

Los niños y las niñas necesitan enfrentar retos, es parte de crecer. Los padres sobreprotectores desconfían en la capacidad de sus hijos, y ellos acaban creyendo que no pueden por sí mismos.

Prohibirles realizar sus propios deseos por una percepción de daño exagerado puede conllevar a una falta de conocimiento de sí mismos, así como del mundo que les rodea, lo que tendrá un efecto de falta de confianza, seguridad y autoestima.

Al igual que los adultos, los niños y las niñas desean sentir que sus opiniones y deseos tienen importancia, y a menudo uno consigue que se enojen cuando se les dice que no tienen razón sin explicar. El hecho de contradecir inmediatamente la opinión de un menor se exagera y se convierte en un debate sobre quién tiene la razón. En cambio, una pregunta específica relativa a la situación podría motivar una discusión útil.

2. Solapar su frustración.
La frustración es el terreno fértil de la creatividad, pero cuando los padres la resuelven por ellos, los niños desarrollan la noción de que el mundo está ahí para proveer gratificación inmediata. Se vuelven intolerantes, caprichosos, manipuladores y evasivos.

Los niños deben poder caerse para experimentar lo que supone levantarse y sentirse orgullosos de sus propias capacidades y logros.

Ellos y ellas gritan, se enfadan. Necesitan poder sentir y ponerle palabras a lo que sienten para entenderse y conocer sentimientos. Si les interrumpimos, rechazamos y nos asustamos, no serán capaces de desarrollar una autorregulación interna ni integrar sentimientos, la recomendación es, ayudarles a poner en palabras sus emociones a través de juegos, dibujos, lenguaje.

3. Evitar que tomen responsabilidad.

Estos padres hacen todo por ellos, quitándoles la oportunidad volverse independientes, con ello, refuerzan y hacen creer que el mundo gira a su alrededor, y conforme crecen, se vuelven cada vez más diestros en la evasión de la responsabilidad.

Lo que realmente necesitan es lo opuesto: hacerlos sentir el peso de las consecuencias de sus actos, tanto de lo que hacen como de lo que dejan de hacer. Para aprender de los errores u olvidos, es conveniente que no se impida que el hijo/a padezca las consecuencias naturales de sus decisiones.

Muchos padres/madres responden a tal cuestión diciendo «es que yo lo hago más rápido y con menos esfuerzo que él». Claro, el aprendizaje requiere paciencia y tiempo pero el esfuerzo es una piedra básica para que podamos aprender de nosotros y de cómo funciona nuestro entorno.
4. Ocultar información por miedo al sufrimiento o frustración.
Los niños y las niñas necesitan poder hacerse cargo de las situaciones. Debemos enseñarles poco a poco a relacionarse con las limitaciones, las dudas, las pequeñas frustraciones del día a día para que puedan desarrollar recursos de afrontamiento, de lo contrario, los estamos exponiendo sin herramientas propias para los momentos difíciles. 

La recomendación es pensar que fuiste niño/niña, y que tú historia personal de vida no es la suya. Los hijos y las hijas son personas, con propios deseos, miedos, fantasías… No son una prolongación de uno mismo.

Nuestros miedos no son los suyos, nuestras carencias no son las suyas, nuestros deseos son diferentes. Si comprendemos eso y les damos calidez en el trato, a la vez que les exigimos teniendo en cuenta sus propias capacidades, estaremos favoreciendo un buen desarrollo físico y psíquico de nuestros hijos.

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