La cultura de la violación

En la cultura de la violación, la violencia sexual infligida contra la mujer se naturaliza y encuentra justificación tanto en los medios de comunicación como en la cultura popular. La cultura de la violación se perpetúa mediante el uso de lenguaje misógino, la despersonalización del cuerpo de la mujer y el embellecimiento de la violencia sexual, dando lugar a una sociedad despreocupada por los derechos y la seguridad de la mujer.

Está por todas partes, pero la tenemos tan interiorizada que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de ello. Se canta, se anuncia, se bromea con ella. La vivimos en nuestro día a día, y su aceptación supone la trivialización de la violación, de forma que cuando esta ocurre la responsabilidad se invierte, y acaba recayendo en la víctima(culpabilizándola por cómo iba vestida, por su actitud, porque había bebido). Sus manifestaciones han construido una sociedad en la que la mujer es vista y tratada como una cosa, como un objeto que tiene la exclusiva función de satisfacer deseos ajenos.

La cultura de la violación abarca un gran número de comportamientos de diferente gravedad, y presentes en diversos ámbitos. Los hombres cuando están en busca de peligro y aventura, practican deportes de riesgo, para las mujeres basta con salir a la calle, para sufrir acoso callejero, abuso sexual y en el peor de los casos violación sexual o perder la vida, por ser mujer.

Una mujer siempre tiene que pensar adónde va, a qué hora irá, a qué hora llegará, a qué hora volverá, qué día de la semana es, si se quedará sola en algún momento… y así sigue la cosa, porque hay más. Pero los medios de comunicación y la publicidad son unos de los principales responsables de que se perciba a la mujer como un accesorio, como un complemento.

La prevención de las violaciones no pasa porque las mujeres se eduquen en cómo evitarlas, sino en que los hombres no las cometan. Para prevenir las violaciones, un hombre debe entender que un «no» nunca es un «sí», que cuando una mujer se encuentra bajo los efectos del alcohol o de alguna droga y se ve incapaz de articular palabra no es un «sí», que estar en una relación no implica un «sí» automático.

Ejemplos de cultura de la violación.
  • Echar la culpa a la víctima («lo iba buscando»).
  • Dulcificar las agresiones sexuales («Estos hombres…»).
  • Hacer chistes sexualmente explícitos.
  • Tolerar el acoso sexual.
  • Inflar las cifras de denuncias de violación falsas.
  • Hacer un estudio público sobre los hábitos de vestimenta, salud psíquica, motivaciones e historial de la víctima.
  • Violencia de género gratuita en películas y televisión.
  • Definir la «masculinidad» como dominante y sexualmente agresiva.
  • Definir la «feminidad» como sumisa y sexualmente pasiva.
  • Presionar a los hombres para que «consigan sus metas».
  • Presionar a las mujeres para que «estén alegres».
  • Presuponer que solo violan a mujeres promiscuas.
  • Presuponer que no hay hombres violados y que los que hay son «débiles».
  • No tomarse en serio las acusaciones de violación.
  • Enseñar a las mujeres cómo no ser violadas en vez de enseñar a los hombres a no violar.
Ahora que ya sabes lo que es, ¿cómo puedes actuar dentro de esta cultura?
  • Evita el uso de lenguaje que despersonalice o degrade a las mujeres.
  • Alza tu voz si oyes a alguien contar un chiste ofensivo o que dulcifica la violación.
  • Si una amiga te dice que la han violado, tómala en serio y apóyala.
  • Mantén un pensamiento crítico con los mensajes que te llegan de los medios de comunicación sobre mujeres, hombres, relaciones y violencia.
  • Respeta el espacio ajeno incluso en situaciones distendidas.
  • Mantén comunicación constante con tus parejas sexuales, no presupongas el consentimiento.
  • Define tu propio concepto de masculinidad o femineidad. No dejes que los estereotipos guíen tus actos.
La cultura de la violación nos transmite a las mujeres un mensaje claro: que nuestro valor reside únicamente en el beneficio que otros puedan sacar de nuestros cuerpos. Que somos objetos a los ojos de una cultura que nos desprecia y no tiene reparos en anular nuestra voluntad. Y que si nos quedamos calladas nunca dejaremos de serlo.
Tienes derecho a decir “no”
Para leer:
Con información de Proyecto Khalo

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