1. DAR LA NOTICIA LO ANTES POSIBLE.
Hay que transmitir al niño lo antes posible la noticia de la muerte del ser querido y siempre por medio de una persona que sienta cercana y en la que confíe, a ser posible sus propios padres.
2. HAGA EQUIPO CON EL COLEGIO.
La escuela debe ser informada cuanto antes de lo sucedido para que el equipo docente y psicopedagógico tome las medidas oportunas.
3. EXPLIQUE POCO A POCO.
Ninguna explicación que se le dé al niño o al adolescente sobre la muerte de su familia tiene por qué darse “de golpe”. Podemos ir haciéndolo poco a poco y completándola siempre con las preguntas, dudas y observaciones que él mismo quiera hacer.
4. DIGA LA VERDAD DE FORMA CLARA Y PRECISA.
Los niños y los adolescentes deben saber siempre la verdad sobre lo sucedido, pero esta verdad se abordará en función de la capacidad emocional y cognitiva que el niño posea para poder comprenderla e integrarla.
Hay que explicar la muerte en términos reales, atendiendo fundamentalmente a lo que tiene de irreversible, definitiva y final de las funciones vitales. Los niños necesitan conocer la parte física y real del fallecimiento de una persona. Podemos apoyarnos en ejemplos de la naturaleza que el propio niño haya visto (un pájaro muerto, un ratón, etc.)
5. COMPARTA SUS CREENCIAS RELIGIOSAS,
PERO NO EXPLIQUE CON METÁFORAS
Es importante compartir nuestras creencias religiosas y espirituales con los niños, pero no sin antes haber dado una explicación física de la muerte. El uso de metáforas o explicaciones de tipo metafísico o espiritual puede confundirles. Los niños más pequeños todavía no están preparados para comprender determinados conceptos simbólicos.
6. LA EXPLICACIÓN SE DEBE BASAR EN LA EDAD DEL MENOR
Es importante tener en cuenta el universo emocional del niño y ayudar a que pueda expresar y aclarar todas aquellas dudas que puedan inquietarle o preocuparle como consecuencia de la muerte de un ser querido.
“Si el niño muestra sentimientos de culpa debemos asegurarnos de que comprenda que no es responsable de la muerte de su familiar”.
7. HAGA QUE EL MENOR SE SIENTA SEGURO Y PROTEGIDO
Es fundamental poder dar seguridad y protección, especialmente a los niños más pequeños, para prevenir su temor a que otro familiar cercano pueda morir. Debemos tranquilizarles y decirles que nosotros estamos bien y que le vamos a cuidar.
Los niños y adolescentes pueden inquietarse por el futuro y temer que su mundo se desmorone, a raíz de la muerte acontecida. Debemos transmitirles, en la medida que nos sea posible, seguridad y confianza sobre la continuidad de sus vidas.Los niños pueden sentir mucha angustia al pensar que se olvidarán de la persona que ha fallecido. Es importante hacerles ver que la muerte no significa olvidarnos de esa persona. Es vital que compartamos con nuestros hijos los recuerdos, las historias o las fotos de la persona fallecida.
Los niños necesitan aprender a expresar lo que sienten y, entre estos sentimientos, está su dolor por la muerte de la persona fallecida. Nosotros, los adultos, somos su modelo de aprendizaje en la expresión emocional de su dolor. Si negamos u ocultamos lo que sentimos, ellos harán lo mismo.
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