¿Cómo hablar de la muerte a los y las niñas?

La muerte es un concepto complejo y se tarda tiempo en conocer su significado total. Los niños van a comprender y a reaccionar de diferentes maneras ante la muerte, dependiendo de su edad, su momento evolutivo, sus experiencias vitales, su desarrollo cognitivo, su grado de madurez, su mundo emocional y su capacidad de conceptualizar. Y aunque les comentamos las 7 claves para explicar a un menor la muerte, es necesario profundizar de acuerdo a su edad.

 La muerte para un menor de 0 a2 años
Para los bebés y los niños de pocos años la muerte no es más que una palabra. Desconocen su significado. Sin embargo, son capaces de sentir la ausencia de la persona con la que han establecido un vínculo fuerte (generalmente la madre), anhelando de nuevo un reencuentro con ella. Perciben la muerte como una ausencia y son conscientes de los cambios que este hecho tiene en sus rutinas.
¿Qué podemos hacer y decir?
Lo más importante que podamos hacer cuando los niños son tan pequeños es mantener sus rutinas, horarios y ritmos. Dar continuidad y seguridad a su mundo es lo que verdaderamente necesitan. En la medida de lo posible es vital tratar de mantener sus espacios tal y como estaban antes de la pérdida, minimizando así la aparición de cambios que puedan crearles más inquietud, desconcierto o inseguridad
La muerte para un preescolar

De 3 a 6 años el menor concibe la muerte como un estado temporal y reversible. Lo asemeja a dormir, a una  forma de sueño, por lo que imaginan que la persona que ha fallecido despertará o volverá en algún momento. De igual forma, pueden creer que la muerte es contagiosa y que otras personas de su entorno también pueden morir. Esto se alterna con la creencia de que sus padres y ellos mismos son eternos y nunca morirán.

¿Qué podemos hacer y decir?
Lo más importante, es utilizar un lenguaje claro, preciso y real. Debe responder sus preguntas con sinceridad y de la manera más concreta posible, pero sin explicaciones extensa o metafísica sobre la muerte. Debemos ayudarles a entender que la muerte es irreversible y que nunca volveremos a ver a las personas que fallecen.

Podemos explicarles, ante su duda de si nosotros también vamos a morir, que lo haremos cuando seamos “muy, muy, muy mayores”. El uso de múltiples “muy” implica que las personas suelen fallecer cuando son ancianas, lo que implica que ellos ya serán personas “adultas”. Es una forma de dar seguridad a su estado “niño”.

Si la muerte ha sido a consecuencia de una enfermedad, también haremos hincapié en que las personas mueren cuando están “muy, muy, muy enfermas” para diferenciar los niveles de enfermedades y ayudarles a que comprendan que, cuando se está “malito”, no suele existir riesgo de muerte.
La muerte en los niños escolares

Un menor de 6 a 10 años ya tiene una noción completa de lo que significa morir. Hacia los 7 años, pueden diferenciar la fantasía de la realidad, pero la percibe como selectivo: sólo afecta a personas muy, muy mayores.

Será hasta encaminados a los 10 años, que comprende que la muerte es universal e igual para todos, incluido ellos mismos. Por ello, te puedes enfrentar a un intenso bombardeo de preguntas comprometedoras y desconcertantes.

¿Cuánto tiempo tarda en descomponerse un cuerpo? ¿En qué se convierte el cuerpo? ¿Desaparecen también los huesos y el pelo? ¿Y qué pasa con el corazón y todo lo de dentro? Ahora que papá se ha muerto, ¿vamos a tener dinero para pagar el colegio, la comida…?”

¿Qué podemos hacer y decir?
Es necesario explicar la muerte atendiendo a los hechos y las causas. A esta edad van a cobrar especial importancia las reacciones, preguntas y temores que los niños suelen expresar cuando se les comunica la muerte de un ser querido. Es fundamental que se sienta escuchados y reconfortados. A partir de los 8 años un menor puede participar en las ceremonias de despedida si lo desea, deberá estar siempre acompañado y explicarle con antelación en qué consisten los ritos de despedida.

La muerte en los pre adolescentes:

De diez a trece años el menor suelen hacer muchas preguntas sobre las creencias religiosas o culturales que comparte la familia, pueden mostrar razonamientos críticos y sentirse escépticos al respecto. Se preguntan qué es el cielo o la resurrección.
Los pre adolescentes son más conscientes y más capaces de proyectarse en el futuro y ver de qué forma la muerte del ser querido va a cambiar su vida. Pero comprender la muerte no es lo mismo que tener recursos para abordarla. Les cuesta mucho poner palabras y verbalizar sus inquietudes. Tienden a bloquear estos sentimientos, precisamente por el coste y la dificultad que les supone afrontarlos.

¿Qué podemos hacer y decir?
Si los preadolescentes nos preguntan sobre la muerte, probablemente lo hagan movidos por sus propias inquietudes o temores, ya que tienen más conciencia del impacto que puede causar la muerte en sus vidas, será muy importante que nos mostremos serenos y les hagamos ver cómo, aunque su mundo cambie, no va a desmoronarse.
En esta etapa puede ayudarles mucho que compartamos con ellos nuestros sentimientos o que les hablemos de las experiencias de duelo que hayamos atravesado cuando éramos más jóvenes. Necesitan escuchar que, aunque la muerte duela, podemos seguir adelante.  Es importante que favorezcamos su participación en los ritos funerarios, ya que ahora más que nunca necesitarán despedirse de la persona querida de la misma forma que el resto de sus parientes.
Para conocer las 7 claves para explicar la muerte a un menor…
Publicado en la edición de julio, para conocerla haz clic aquí
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